Todo está mejorando

Todo está mejorando, aunque te cueste verlo. Sí, cuesta, porque a veces mejorar se logra a través de soltar, de fracasar en algo y, en ocasiones, a través de esperar. Porque sí, solo hay que esperar y las cosas terminan por caer en su lugar. Pero esperar no es lo mismo que desesperar. Cada momento tiene algo para ti: un espacio vacío en el que puedes pintar algo nuevo. Un espacio vacío que ansiarás cuando esté lleno. Entonces, ¿por qué la prisa? Esa mala costumbre de quererlo todo de inmediato, es en realidad, la costumbre de no estar aquí, ahora.

Te sientes mucho mejor, ahora que todo mejora, pero te aterra perderlo. Esa vieja costumbre tuya de solo querer ganar… ¿Tú qué sabes lo que es ganar? ¿Qué vas a ganar? No lo sabes. ¿Cómo podrías saberlo, si ni siquiera tienes claro lo que quieres? ¿Por qué competir por lo que ya es tuyo? A veces también las grandes pérdidas son necesarias para hacerle espacio a lo nuevo, a lo mejor. Al final, lo que es tuyo siempre lo será.

Ya tienes todo lo que alguna vez deseaste. Pero ahora deseas más. Esa necedad tuya de fantasear y distraerte. No has celebrado aún los logros que conseguiste, y ya estás ansioso por lo que viene, temeroso de no alcanzarlo. Disfruta lo que tienes, ¡qué increíble todo lo que has logrado!, habría dicho tu yo del pasado.

Todo parece fluir por sí mismo, rodando con su propio peso, cayendo en su sitio, como si Dios lo ordenara por ti. Pero entonces, de pronto, eres tú mismo quien atenta contra lo que has avanzado. Esa manía de querer controlarlo todo, cuando en realidad solo eres un pequeño porcentaje de la vida. El resto se mueve solo, y lo hace por ti. ¿Acaso no te habrías olvidado de hacer latir tu corazón?

No es tan difícil… es liberador dejarse llevar por eso que anima a la vida, que nos conduce de un lugar a otro, nos acerca a nuevas personas y nos abre la puerta a nuevas aventuras. Estar presente es lo único real.

Sin prisa.
Sin miedo.
Todo está mejorando.