Meta-carta

Tal vez un email habría sido más fácil, más eficiente o más barato, habría podido llegar a más personas, más lejos y más rápido. Esa es la gran palanca con la que la era digital le da al mínimo esfuerzo enormes alcances. 

Cuarenta y dos años han pasado desde que el internet apareció por primera vez. Unos noventa desde que la televisión empezó su conquista del mundo. Y para este momento la información masiva nos sabe a todos cómo alimento concentrado para gallinas. Algo que nos dan todos los días, que nos llena pero que no nos nutre, nos deja con hambre de más, aunque en realidad lo que queremos es algo mejor, algo real.

La información masiva no solo no nos nutre, nos mantiene separados, atrapados en pantallas en lugar de compartir con los demás. Con miedo, de un mundo abominable lleno de las incontables barbaridades que nos cuentan las noticias. En estrés, porque cada minuto perdido viendo algo irrelevante se siente como un minuto menos para lo que sí es importante. Débiles, porque nada de lo que sucede dentro de esa pantalla está en nuestro control. 

Entonces, es ahora cuando una carta puede ser una revolución, un acto de rebeldía, a la vez que es un acto de amor y de fe. Amor por lo que nos importa y fé en que el mundo es en realidad un lugar hermoso, digno de ser protegido y cuidado.

Hoy mi intención es la de invitarle a la rebeldía y al amor de escribir una carta. A quien usted guste, a alguien que no se lo espere. Con un: “hoy me acordé de ti” que esconde por detrás un “hoy te dedique unos minutos” Y hacer que en el correo alguien encuentre algo mejor que periódicos, impuestos o multas. Y que por unos minutos pueda sonreír y leer algo con fascinación, y sin darse cuenta alimentar su mente con algo real, con algo que le nutra.

Aquí va una hoja y un sello, y hoy este sobre está en blanco, para usted y probablemente para alguien más.

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