Irse lejos

Irse lejos es dejar atrás todo lo que pesa demasiado y lo que nos mueve a ser como somos. Un estilo de vida y los recuerdos en cada esquina. 

Irse lejos es levantar las anclas que nos sostienen desde el fondo de un mar de ideas, las ideas de quienes somos. 

Irse lejos es soltar una profunda raíz atrapada en una pequeña maceta que ya no permite crecer. 

Duele, como despegar una uña encarnada. 

Como sacar una espina.

Como curar una herida.

Irse lejos también es volver a empezar. Un papel en blanco para crear algo nuevo, diferente. 

Es volver a ver el mundo con fascinación, con curiosidad y sorpresa. 

Es volver a aprender, a escuchar, a observar, a decir. 

Es aprender a vivir. 

Es volver a jugar y a ver el mundo como un niño. A escucharnos a nosotros mismos.

Porque irse lejos es quedarse sin palabras, escuchar a los demás sin juzgar, sin comprender más que sus rostros, sus sonrisas y su existir. 

Irse lejos es volver a nacer, convertirse en alguien nuevo, tener un futuro prometedor, amar la vida. 

Irse lejos es volver a ser uno mismo. 

Irse lejos es volver.

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