El barco de la vida
Me gusta pensar que la vida siempre está en movimiento, y que me mueve con ella. A veces, va en direcciones totalmente inesperadas, y otras veces me da una pista. Y más vale que esté listo.
En muchos casos, esos cambios ocurren para mejorar la vida o para llevarme a un lugar mejor. Pero esos cambios suelen venir a través del caos, porque para cambiar lo viejo, hay que dejar atrás la segura comodidad.
Las transiciones de lo viejo y conocido, a lo nuevo y mejor, suelen sentirse como estar en un pequeño bote, con todas tus cosas, tratando de llegar a un lugar que no conoces del todo — justo en medio de una tormenta a medianoche.
Sabes que ese nuevo lugar está ahí afuera: la única esperanza, la razón del cambio, la razón por la que estás en ese pequeño bote. Y justo cuando finalmente te rindes, decides no luchar contra la tormenta y dejarte llevar — es cuando llegas.
A un nuevo lugar que pronto se convertirá en tu ubicación mejorada, cómoda y familiar.
Así que, cuando la vida se mueve de esta forma — incluso si da miedo — es porque está mejorando. Y eso es bueno. También vale la pena notar que lo contrario es cierto: si la vida está demasiado estática, probablemente no está mejorando.
Aquí es donde debes escuchar con atención y preguntarte: ¿Soy feliz aquí, o me estoy quejando todo el tiempo?
Porque si eres feliz y todo va bien — felicidades, lo lograste.
Pero si no es así, entonces es hora de subir al bote — otra vez.